jueves, 5 de mayo de 2011


CAPÍTULO V

S.O.S  "¡PAREN EL MUNDO ME QUIERO BAJAR!"


Desolada Amanda, se sienta en el cordón de la vereda.
Recordar a Félix con su virilidad a pleno en el departamento de su clienta, se le vuelve insoportable.
-¡Sé positiva Amanda! – repite en voz alta -  ¡Mejor descubrirlo ahora que más adelante! Nada de llorar por un idiota... Querete Amanda, ¡querete!
Siente que va a explotar y marca de prisa un número en su celular.
- ¡Gracias a Dios Agustina que te encuen..! ¡Pará Agus, despacio que se te va disparar la presión mujer!... ¿Happy End? ¿Es un bar o…?
Amanda no puede evitar la risa al escuchar la respuesta de su amiga. Del llanto a la risa,  con el rimmel chorreando por sus mejillas, Amanda descubre que quienes pasan a su lado la miran recelosos. Especialmente una mujer entrada en las cuatro décadas y su anciano acompañante.
- La gente está cada día peor – asegura la señora paseando  a su mascota que parece salida de una película de terror – en el parque se armó un escándalo entre un  paseador de perros y don Tito, en la otra cuadra está el loco suicida y acá, mirá…- agrega en voz baja, señalando con un gesto de desprecio a Amanda.
El viejito asiente aburrido y la infernal mascota, le muestra a Amanda los cuatro dientes  que aún conserva.
Asustada, detiene un taxi que luce una  puerta desvencijada y cuyo chofer, visiblemente malhumorado le pregunta:
¿Usted no es psicóloga, no?
Y mientras el taxista le cuenta a Amanda sobre la pasajera desquiciada, el suicida enamorado y la puerta destartalada, a pocas cuadras Nadia se abre paso entre la gente, con dificultad.
Griselda  la reconoce y corre hacia ella, para abrazarla.
- ¡Ahí las tienen! ¡Las dos arpías en contra mía! – grita Felipe al verlas.
Su ex enfurecida,  le arrebata el altavoz  al policía.
- ¡Pero por qué no te tirás de una vez y te dejás de j...!
Nadia le saca  el megáfono y se lo devuelve al uniformado que las mira absorto, deseando estar en el lugar de su compañero (¡Sí…en la cornisa, lejos de las dos féminas!)
- ¡Así no Griselda, por favor!
- ¡Griselda yo te quiero y por culpa de ella estamos separados! – es la respuesta del agotado ex marido.
Griselda vuelve a quitarle el megáfono al paciente policía.
- ¡A ver si usás la neurona que te queda Felipe! La culpa es nuestra ¿entendés? ¡Sólo nuestra!
- Voy a subir para hablar con él -  susurra Nadia - Por favor Griselda, tratalo bien.
-¡Genial, primero me decís que no le afloje y después tengo que complacerlo!
Entretanto Nadia y Griselda discuten,  uno de los movileros le hace señas a su camarógrafo, para que las grabe.
Por solidaridad, hasta que lo convenza – implora la joven psicóloga - No vas a dañar tu autoestima Griselda por ceder un poco.
Las interrumpe el camillero, que llega con un bigotito irregular de salsa de tomate, una pizza grande  y una gaseosa de litro y medio.
- Señora, se acaba el tiempo. Debemos proceder ¿sube o no sube? – apura el agente secándose el sudor de la frente.
Nadia asiente. Ante una seña del policía, el  joven le entrega la pizza y la bebida.
Dele doc  que se enfrían de nada – le aconseja el camillero.
Nadia vuelve a preguntarse qué planeta mal alineado la obliga a vivir sucesos como ese, pero recupera el sentido común y  se enfoca en cumplir su cometido.
Mientras tanto el uniformado que acompaña al desconsolado ex, le muestra una foto de sus hijos.
Yo también soy divorciado - le cuenta emocionado – extraño a los bepis.
Nosotros no tuvimos hijos. Ella nunca quiso. Me cree  un perdedor.
- A mí me parece que acá la fracasada es ella Felipe. Usted es un gran tipo – asegura su compañero de cornisa, mientras le palmea el hombro –
- No vale la pena jugársela por una histérica. Piense que más de una  querría estar con usted…
Felipe lo mira directo a los ojos, y agrega con un tono dramático.
- Siete minas por cada macho…sí.. A mí seguro me toca la fallada, sin garantía.
-  ¡Pero hombre, usted no se quiere nada! ¿No probó hacer terapia de grupo? Mire que a mí…
Y así continúa en las alturas, la charla masculina. Griselda y el policía intentan que el altavoz funcione y Nadia, sube corriendo por las escaleras con la mozzarella chorreando y con su fobia a los ascensores que aún, no le confesó a nadie.
Las cámaras están atentas al desenlace de este drama. (En realidad es uno de esos días en que no pasa nada escalofriante, o lo suficientemente escandaloso como para captar la atención del público, así que esta historia, les cae como anillo al dedo)
Llegada a la ventana que la comunica con Felipe, Nadia asoma primero la pizza y la bebida en señal de tregua.
- Soy  Nadia Felipe. ¿Podemos hablar?
- ¡Venga acá si quiere hablar conmigo! – le responde el damnificado, ofendido.
El policía que lo acompaña, se levanta  haciendo  malabares y al acercarse a  la ventana y  ver la palidez de la psicóloga, se da cuenta que las cosas van a complicarse aún más.
- ¿Se siente bien?- pregunta compasivo – Tiene que hablar con él por favor. Ya no sé cómo contenerlo.
- Sí…claro – tartamudea Nadia, paralizada.
¿Y? ¿Viene o viene, licenciada? – la increpa Felipe con la voz quebrada, parándose cerca del borde y abriendo sus brazos.
¡Dios mío, se va a tirar! – grita el policía, abandonando la ventana para salvar a Felipe.
Algo la impulsa a salir al exterior. Tal vez la culpa, tal vez los gritos de la gente rogando que salven a Felipe, no le queda muy en claro pero en cuestión de segundos Nadia se encuentra en la cornisa, entre el ex de su paciente… y el policía.
A Felipe lo sorprende verla allí tan frágil, temblando y abrazándolo como si fueran amigos.
Se funden en una mirada extraña, la licenciada percibe que todo da vueltas a su alrededor y pierde el sentido en el momento y lugar más inoportunos (No es su costumbre pero en fin, nadie es perfecto)
La despierta el impacto de la caída y las manos  húmedas de Felipe zamarreándola, para que reaccione.
Licenciada, despierte. ¿También acá me va a sacar protagonismo?
Nadia se recobra en una red, que extendida oportunamente por un grupo de bomberos la contienen a ella, y al ex de Griselda.
La felicidad que la embarga por estar vivos, la lleva a abrazar y besar a Felipe de manera insistente e inapropiada…al menos así lo interpreta Griselda que se acerca para abofetear a Felipe y pelearse con su psicóloga, como en un ring de boxeo.

Como fondo musical,  desde la radio de la ambulancia,  las acompaña Palito Ortega con el tema:

“¡ Viva la vida, viva la vida,
viva la vida,  viva el amor.
¡Viva la vida y las mujeres
        que en este mundo son lo mejor!”

     
CONTINUARÁ…